Devotos confesos y nuevos evangelizados disfrutaron de otro apoteósico concierto de Bruce Springsteen y la E Street Band en Madrid que fue de menos al todo, con un sonido contundente y demoledor.
Lo de Bruce Springsteen es ya como una religión (puede que una secta) con buenos cimientos, soportada en una biblia musical formada por 18 discos de estudio, 5 discos en directo y unos cuantos recopilatorios de éxitos y rarezas, un profeta en activo (al que los fieles denominamos el Boss), incombustible, honesto y convincente en su mensaje de predicar el buen hacer del rock allá donde vaya. Sus parroquianos, bajo la premisa de escuchar buena música, y disfrutar del directo más contundente del panorama internacional, le siguen fielmente, sin fisuras, ejerciendo de apóstoles que evangelizan a sus allegados en la fe Springsteeniana.
La demostración de este efecto, es que cada concierto del Boss en España se cuenta por sold out, en los espacios más amplios. Ya no cabe duda que esta religión de apenas algo más de 40 años de existencia, convence a quien se aproxima.
En este caso, una de las catedrales del fútbol, como es el Santiago Bernabéu, el templo de la religión madridista, se transformó en el santuario dónde los creyentes fuímos a adorar a nuestro particular dios del rock. Con un sonido inicial que desmerecía la grandiosidad el evento, y un con un comienzo templado, creer lo puede todo, y el público elevó a los altares a este americano universal de triple nombre Bruce Frederick Joseph Springsteen, que asumió su papel principal de líder de la comunidad, e himno tras himno (jamás había oído tantos hits en un solo concierto de Bruce), consiguió que el estadio saltará junto, que los sentados de las gradas, bailaran entregados al discurso del Boss, en los estrechos 50 cm cuadrados de que disponían para hacerlo.
Haciendo memoria de las alrededor de 30 canciones que pude cantar (sin tregua, no había respiro, una tras otra) con el grito común del resto de los 55.000 de fieles, que eser día fueron "amigos míos para toda la vida" durante el rato que duró el concierto) puedo nombrar "Badlands", "My love will not let you down", "Cover me", "The ties that bind", "Sherry Darling", "Two hearts", "Wrecking ball", "My cuty of ruins", "Hungry Heart", "Out in the Street", "The promides land", "Trapped", "The River", "Point blank", "Downbound train", "I'm on Fire", "Darlington County", "Working on the Highway", la canción del "Sunny Day" en la que un niño que saco y se agarró a él como si fuera su salvación, que se quedó mudo al pedirle que siguiera la canción y que tuvo que seguir otra niña de no más de 10 años - increíble -, una versión al estilo rockabilly de "Johnny 99", "Because The Night" (canción que bailé con una repartidora de cervezas, y que me salvó de la deshidratación puntual que sufría de tanto consumo de adrenalina y bailoteo) , "Spirit the night", la nostálgica "Human Touch" que cantó con su mujer Patti Scialfa y que a mi me recordó a mis buenos ratos con mis amigos allá por los primeros 90, "The Rising" canción que me hizo recuperar al Boss después de casi 10 años (allá por el 2002), y un (en aquella época para mi, decepcionante "The Ghost of Tom Joad", disco que ahora adoro), y tras "Land of hope and dreams", y se encendieron las luces.
Creo que hubo unos bises. Sinceramente no sabría decir si era parte del concierto o hubo un fallo eléctrico. Lo supongo, porque se encendieron todas las luces del estadio, pero no por que el público pidiera otra. No dio tiempo, y es que no hubo tregua, ni para pedir los bises. Y sonó la nostalgia de mis años 80, con los que conocí esta doctrina roquera: "Born in the USA", "Born to run", "Glory Days", "Dancing in the Dark" (tema con el que hizo subir a una niña que bailó con él (como en el videoclip, que me enseñó esta mañana mi mujer, recordándome que era Courteney Cox la famosa Monica Gueller de la serie Friends en sus tiempos mozos) y a la que pudieron una guitarra encima para que hiciera unos acordes con él... Bueno, y ya, por ponerlo todo, sonó "Tenth Avenue Freex-ou", canción dedicada a esos apóstoles caídos Clarence Clemons y Danny Federici de los que se ofrecieron imágenes en las pantallas, generando un nuevo hilo de nostalgia y anhelo, y la fantástica "Bobby Jean", completando así une buena cuenta de canciones del LP "Born in the USA" de 1984, al que considero uno de los discos de mi vida.
Para acabar, y esto si, ya producido por la insistencia del público, cuando parecía que no se daría la vuelta, el Jefe se sacó la guitarra acústica e hizo las delicias de su fieles con "Thunder Road". Luego se fue, despacio, tranquilo, sabiendo que había ejercido de ministro del rock, con todo lo que puede dar, dejando a un público entre contento y feliz, por el espectáculo disfrutado, y triste y nostálgicos porque se iba el amigo que durante 3 horas y media, nos había hecho recordar momentos vividos, rememorar a viejos amigos con los que compartimos esas canciones, rescatar de la memoria estribillos casi olvidados, y re-descubrir, el por qué tengo todos los discos de Bruce... y que, por cierto, estaré escuchando de nuevo, durante una larga temporada, no me cabe duda.
texto y fotos de Josechu Egido @josechu_egido , excepto las tres primeras que son de Miguel Arias @MiguelAriasLpez
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