LA CRÓNICA
por Guillermo van Schendel @Mr_Vanshy
Por fin llegó en la noche del sábado
28 la parada oficial en Madrid (Sala Caracol) de la gira de
presentación del nuevo trabajo de Blueskank, A thin
Line, segundo disco de estudio de este sexteto musical
encabezado por Miguel Valenciano.
Un retraso inesperado en el inicio del
concierto acrecentó la impaciencia de un público que esperaba
ansioso bailar a ritmo del reggae con tintes de soul y jazz que
caracteriza a la banda.
Tras la presentación
imprescindiblemente reivindicativa del periodista Miguel Camaño
(responsable del programa Alma de León, de RNE3), apareció la banda
madrileña de letras en inglés, extática por volver a tocar “en
casa”, acompañada de un caluroso aplauso que dio paso al
concierto.
Después de temas como Corrupted,
Madness o So Lovely, apareció la primera
artista invitada, Trinidad Jiménez que con sus “dos corazones”
(el suyo y el de el niño que está esperando) interpretó una
impecable flauta travesera. Más tarde subió al escenario, con Feel
it, Edu Martínez, guitarrista de Raza Guaya, que
después hizo doblete supliendo una ausencia.
Le siguió Antonio Monedero, “Toño”,
perfecto percusionista, presentado por el vocalista como un auténtico
“warrior” para interpretar el tema de mismo nombre (Warriors).
Raza Guaya prestó también su
voz en otra intervención, e incluso hubo un homenaje a la danza
africana de parte de Mónica Sade.
Una inesperada pausa casi a final del
concierto y el cambio de hora (que hizo que aun pasadas las 4:00 el
concierto siguiese en marcha), no permitieron que dominase el
cansancio en el público, que seguía pidiendo más y más.
Una de las últimas intervenciones fue
la de Chiqui Lora, de Canteca de Macao, con quien
interpretaron Mama, mira el coco, un “calipsito a la
española” eclipsado por desgracia por los constantes fallos
técnicos que le hicieron sudar un par de gotas de más. A cuento de
estos momentos declives, cabe destacar por encima de todos la
presencia magistral de Nicolás Navarro, percusionista y voz
secundaria habitual de la banda, que con su polivalencia instrumental
y vocal y su sentido del espectáculo marcó en el directo un claro
contraste con otros medios, e impidió que el público decayese ante
los fallos técnicos.
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