por Josechu Egido @josechu_egido
Josh Rouse, no tiene la mejor voz del mundo, probablemente tampoco sea el mejor guitarrista del mundo, pero si hace algo que le lleva a los primeros puestos de un ranking, tan bueno o mejor como los anteriores: Te involucra, te hace sentir, ... eres partícipe de la magia de de su música, y durante los 3-4 minutos que dura una de sus canciones, la sensibilidad de sus melodías se ha filtrado por los poros de tu piel, ha penetrado la parte sensorial de tu cerebro,... y estás emocionado, con los pelos de la piel erizados por su cautivadora embriaguez.
La música produce efectos difíciles de describir en algunas personas. La música en directo multiplica por 10 esta misma sensación, que sueles escuchar en un disco. La música de Josh lo hace por 1000.
El repaso de Josh a las canciones de su últimos disco, The Happiness Waltz, con algunos clásicos de su repertorio, satisfizo a un público valiente, que salió de sus casas en un día lluvioso y frío, y que vino a arroparse a la sala Ex-Presa de la antigua Cárcel de Segovia, lcon la calidez de las canciones del cantautor norteamericano, muy bien acompañado de un soberbio Xema Fuertes, que le acompañó en la percusión, a la guitarra y con un exquisito juego de voces.
La organización del Winter Indie City, volvió a demostrar su buen gusto en la elección de los artistas del festival, y en la elección de los detalles, sobre el escenario y, una vez más, para con el público, con un pequeño obsequio que dejaron en cada asiento. Yo, cada vez soy más fan del WIC.
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