En la iglesia románica de
San Clemente se celebra el segundo concierto del ciclo "Música en los Barrios" que organiza la Fundación Don Juan de Borbón del Ayumtamiento de Segovia.
En esta ocasión, oiremos el segundo de los teclados de este ciclo: el
virginal. María Silvera,
joven pianista y clavecinista destacada, que desde muy joven desarrolla una
intensa actividad profesional, en Sevilla, Madrid, y en los últimos dos años,
en Méjico.
María Silvera presentará un concierto del Renacimiento
al barroco: el virginal, el próximo viernes en la Iglesia de San
Clemente (Segovia) a las 20:00 del 19 de Diciembre.
Su programa es un viaje por países donde este instrumento tuvo un desarrollo importante: Inglaterra, Italia y España.
LA ENTREVISTA
¿Por qué María Silvera decide estudiar música? ¿Por qué
el piano y no otro instrumento?
Mi carrera musical comenzó
a los 8 años. A esa edad, casi ningún niño sabe qué es lo que le gustaría o no
hacer; son muy pocos los que espetan a sus progenitores un: "Papá, mamá:
¡quiero estudiar música!". Mi caso no fue diferente. Nadie era músico en
mi casa; mis padres habían comprado un teclado de aquellos pequeños de Casio, y
nos habían apuntado a natación, idiomas, y otras muchas actividades. Mientras
mi hermano marcaba unos tantos espectaculares en baloncesto, a mí me gustaba
pasar las tardes inventando canciones o tocando de manera precisa las músicas
que había oído con anterioridad. ¡Estaba claro lo que había que hacer! Lo del
piano fue casual; era el instrumento con el que aprendí en mi casa las primeras
notas, simplemente continué. Mi padre siempre quiso que tocase el violín y el
acordeón, sin embargo. El piano se me dio muy bien, pero años más tarde comencé
a asistir a cursos de órganos históricos, y nació en mí un anhelo por el
conocimiento de la música antigua -impulso que tuvo muchos detractores al
principio, como algunos de mis profesores que desconocían este campo dado que
en mi ciudad de origen no existía nadie que se hubiese dedicado a ello, e
intentaron disuadirme-. Mi mejor decisión profesional fue sin duda aquella de
pasarme a la música antigua y al clavecín. Hoy día toco tanto piano como
instrumentos de tecla antiguos, pero mi visión de la música es mucho más rica y
más vasta.
¿Cuántas horas diarias se pueden llegar a dedicar al
estudio de este tipo de música? ¿Cuál es el panorama actual para un músico de
vuestras características?
Son éstas dos preguntas muy
distintas. Con respecto al tiempo necesario de estudio, he de decir que es
ciertamente variable. Una media de 4 a 6 horas diarias es muy correcto y
productivo. Sin embargo hay días que empiezas, y han pasado 12 horas y de
pronto piensas: "¡Cómo me duele la espalda!", y claro... ¡no has
mirado el reloj! En cuanto al panorama musical nuestro... La respuesta es muy
compleja, porque hay que tener en cuenta muchos factores. Digamos que dedicar
muchas horas de estudio y ser muy buen músico no es suficiente. La figura del
agente o el manager se está perdiendo; hoy el músico que quiere triunfar -en el
grado que sea-, ha de hacerse empresario. Un todo-en-uno que a veces no resulta
fructífero o gratificante. Es tristemente fácil caer en el agotamiento, en la
falta de calidad en el resultado final e incluso en la ausencia de interés por
lo que uno hace. Son responsables en buena parte las gestiones políticas tan
paupérrimas en el ámbito de la cultura, que nos obligan a sobrevivir con el
agua al cuello, luchando por no morir ahogados, en vez de ayudar al país a
desarrollar aspectos tan básicos y obligatorios en una sociedad moderna como lo
son la educación y las artes.
En más de una ocasión oímos que el instrumento es un
órgano más del músico. ¿Qué piensas al respecto? ¿Cómo se transmite sin hablar
con palabras en un concierto?
Esa afirmación tiene mucho
de cierto, y no es ningún concepto nuevo. Ya los griegos antiguos hablaban de
los instrumentos de esta manera, y ellos fueron quienes más se aplicaron en la
imitación de la naturaleza y sus proporciones, de manera que conocían bien el
cuerpo humano, y la música que producían decían que "vibraba por
simpatía" -como dos cuerdas de una guitarra afinadas de la misma manera-
con el alma nuestra. Así nacieron las teorías de la "catarsis", y
otros muchos conceptos no menos interesantes. Un músico pasa muchas horas
sentado delante del instrumento; cuanto más te involucras en su construcción o
su mantenimiento, más lo tomas como una suerte de amigo o hijo, y no como una
herramienta de trabajo. Si llueve mucho, veremos siempre al violinista prefiriendo
resfriarse por quedar empapado que tener su instrumento estropeándose por no
estar adecuadamente cubierto y protegido. Con el piano no existe una conexión
tan fuerte, en mi opinión; es un instrumento "externo"; no lo abrazas
como a un cello, o como a una guitarra, y no has de insuflarle vida desde tus
labios, como harías con un oboe o un clarinete. Además, hoy los pianos salen de
grandes fábricas y se hacen en cadena, por modelos. Y nunca los afina o repara
el pianista. El clavecín o el virginal son algo completamente distinto;
participas en el nacimiento desde el primer día personalizándolo para que se
ajuste al son tuyo. Lo afinas diariamente varias veces. Cambias los plectros o
las cuerdas que se rompen, con delicadeza. La madera con los años se asienta y
cambia el sonido, según las condiciones en las que se encuentra... Son
instrumentos vivos que pertenecen a uno. ¡Casi, casi intransferibles! Y para transmitir en un concierto, lo único
que verdaderamente hace falta es ser honestos. Que uno crea lo que está
expresando, porque sea verdad -aunque sea SU verdad-. No son necesarios grandes
aspavientos ni una técnica apabullante. Solo sinceridad y mucha pasión por lo
que se hace.
¿Hay diferencias entre un músico profesional dedicado a
la música clásica y un músico profesional dedicado a la música ligera?
Desgraciadamente, las hay.
Las nuevas tecnologías, las modas de lo efímero y de lo superficial, los gustos
de las masas y las necesidades a las que se ajustan las sociedades actuales
hacen que todo el mundo musical se transforme, no necesariamente de la mejor
manera. Creo además que se malinterpretan muchos conceptos, y es lamentable ya
que se pierde criterio, y calidad.
¿Qué podemos disfrutar en uno de tus conciertos, como por
ejemplo, el que va a ofrecer el próximo viernes 18 de Diciembre, en el festival
de Música en los Barrios de Segovia?
Esa honestidad de la que
hablaba. Me gusta en mis conciertos ofrecer un trabajo de mucha calidad, pero
no hacerlo desde la distancia del escenario, sino haciendo al público
verdaderamente partícipe de lo que está sucediendo. Con naturalidad y sin que
mermen las cualidades de la interpretación, siempre intento que los oyentes se
adentren en un espacio de escucha activa, de complicidad y de disfrute.
Lógicamente intervienen aquí los factores arbitrarios... ¡Pero no puede una
preocuparse de eso también! Hay que dar lo máximo posible siempre, con muchas
ganas, y argumentando muy bien las propuestas... ¡Y adaptarse o morir! (risas)
¿Puedes contarnos alguna anécdota en algún concierto?
¿Cuál es el sitio más exótico donde has actuado?
Os cuento una anécdota del
muy admirado y ya fallecido Gustav Leonhardt. Hace algunos años, y tras mucho
insistir, el Doctor Andrés Cea Galán -a la sazón fundador y director de la
Academia de Órgano de Andalucía-, había conseguido que Leonhardt nos honrase
con su presencia en una de las últimas ediciones del curso anual que tenía
lugar en Marchena, un pueblo de Sevilla. Gustav había llegado con un asistente
visiblemente más joven, que iba a ayudarle a cambiar los registros del órgano
que tocaría durante el muy esperado concierto. Había venido gente de otras
ciudades cercanas con la certeza de quedar admirados ante la música del
Maestro. Empezó el concierto. Leonhardt tocaba aquel renacimiento magnífico
como si los ángeles moviesen sus dedos, desplazando las manos por los teclados
del muy bello órgano con facilidad pasmosa. Todo iba bien, hasta que en un
momento dado, uno de los sonidos que nos llegaba desde arriba nos pareció
ciertamente extraño. Tras unos compases, el gran Leonhardt se había parado en
seco. No entendíamos qué pasaba, y con la cadereta del órgano a sus espaldas,
no alcanzábamos a ver nada. Finalmente comprendimos que lo que había sucedido
era sencillamente que el joven asistente de Leonhardt se había equivocado por
completo con los registros, ¡y ya no tenía idea de cuáles debía utilizar, ni
tampoco sabía dónde! Y el Maestro, con esa seriedad que le caracterizaba, y sin
importarle estar en medio de un concierto con el público expectante, comenzó a
quitar y poner registros, y probaba, y volvía a cambiar, y probaba de nuevo, y
así transcurrieron cinco minutos hasta que finalmente dio con la combinación
más adecuada. El concierto prosiguió sin más incidentes, y con un maravilloso
final que a todos dejó buen sabor de boca. Gustav Leonhardt ese día hizo gala
de la mayor -y experta- naturalidad posible, y fue un ejemplo para cuantos
músicos nos hallábamos allí presentes.
¿El lugar más extraño donde he tocado? ¡En la costa mexicana del
Pacífico, viendo las ballenas!
En muchas ocasiones se echa en falta la presencia de
público joven en este tipo de música ¿Por qué ocurre esto? ¿Qué se puede hacer?
El único motivo por el cual
los jóvenes no acuden a este tipo de conciertos es porque muchos no tienen ni
la menor idea de la existencia de esta música. Como pedagoga puedo afirmar que
no ha habido un solo alumno que, tras escuchar una obra de Chopin, de Schumann,
de Bach, de Debussy, de Monteverdi o de Lully, no haya quedado embelesado y se
haya interesado por el nombre de la pieza para escucharla más. Esa es mi
experiencia. ¿Qué es lo que se puede hacer? Lo que se hace en otros muchos
países y funciona siempre: prestar desde el gobierno una atención mucho mayor a
la educación, y no relegar al docente a un segundo plano.
¿Cuáles son tus planes para lo poquito que queda del
2015? ¿Y apara el 2016? ¿Algún concierto importante? ¿Festivales? ¿Salidas al
extranjero? ¿Grabar un disco, quizás?
¡Estas son muchas
preguntas! Acabo de instalarme en España tras volver de México (y de giras
interminables por Europa), de haber trabajado con el compositor Michael Nyman.
Ahora estoy centrada en mi carrera como concertista y llego a una realidad
difícil: ésta, la de nuestro país. Me decepciona bastante, a muchos niveles.
Sin embargo trabajo duro en varios proyectos nuevos. He recuperado algunos dúos
y grupos de cámara con grandes profesionales a los que admiro, y he comenzado
otros. Pero lo que más absorta me tiene son mis propios proyectos, los que he
ideado yo, en los que me muevo transitando la música antigua, pero también la
contemporánea, e integrando mis trabajos como fotógrafa, que hace algunos años
desarrollo. Sí tengo conciertos por confirmar para 2016, algún proyecto
sorpresa, y espero poco a poco ser capaz de construir una carrera sólida en la
vieja Europa que tanto disfruto. ¡Siempre trabajando duro!
¿Crees que el mundo digital va a acabar con el mundo de
la música tal y como lo conocemos hoy en día? ¿Cuál crees que es el futuro del
músico?
El mundo digital ya ha
cambiado la música por completo. La estética y la finalidad ya no son las
mismas. Aunque me apene en cierto modo, lo que me preocupa no es en sí el
desarrollo, sino el uso tan poco apropiado que a veces se tiene de estos
medios. Nos transforma en máquinas de producción, en ocasiones, de trabajos
vacíos y de sinsentidos. No estoy en contra del desarrollo digital, pero sí de
la puesta en práctica a mi juicio errónea -o negativa- del mismo. Pero esa es
sólo una opinión. El futuro del músico, por otra parte, es completamente
inimaginable. No consigo visualizar una imagen concreta, puesto que son tantos
los factores que intervienen y tan rápidas las mutaciones, que no hay forma de
poder vaticinar dónde o cómo estaremos mañana.
¿Cuál ha sido tu mejor momento / recuerdo en la música?
Se recuerdan siempre con
más cariño aquellos de la infancia que te marcaron, definiendo luego tu
trayectoria. Los profesores que a uno le abrieron la mente y el alma (Jorge
Rodrigo, Toñi Beltrán, Loles Ponce)... A ellos se les debe todo. La verdadera
pasión por la música y el decidir amar un modo de vida tan excitante como
complicado. La música me ha llevado a muchos rincones del mundo, a experiencias
extrañísimas y maravillosas, y a conocer a genios de todos los ámbitos como el
teatro, el cine, la escultura, la pintura, la literatura... Cenar con Terry
Gilliam en Londres (ídolo mío desde hace muchos años), o conocer a Brian Nissen
(que tanto trabajó con Octavio Paz codo con codo) y su mujer Montse (amiga
íntima de Dalí y la mujer que cuenta las mejores anécdotas en el mundo), y como
ellos... ¡decenas! Gente conocida y anónimos de existencias más comunes. Lo que
hace a la música especial es que te lleva por caminos impredecibles; al final
lo que verdaderamente permanece son las gentes y los lugares. Las
satisfacciones pequeñas como las de un buen concierto o una clase magistral son
temporales y livianas comparadas con el poso infinito y hondo de los rostros,
las vivencias compartidas, las palabras sinceras y los gestos del alma que uno
va atesorando a lo largo de la vida, todos aderezados con la belleza sublime
del lenguaje íntimo que es la música.
¿Tienes alguna opinión de la actual situación económica y
social de España y del mundo en general, que quieras compartir con nosotros?
Del caos que es el mundo a estas alturas de
nuestra era moderna, no sé muy bien por dónde empezar a quejarme. Y mucha es mi
vehemencia cuando hablo de temas políticos porque la rabia me puede. Para hacer
breve la diatriba, apelo al raciocinio y a la ausencia de cinismo, y digo que
el mayor mal que vivimos hoy día es la falta de conciencia común.
MISCELÁNEA
¿Podrías recomendarnos…
...un libro?
Poesía. La poesía es música, y los chilenos
mastican el lenguaje especialmente bien. Y Miguel, el de las abarcas... Hay
muchos, muchos libros. No me hagáis decidir nunca. Siempre ha de haber libros
que nos cuenten el pasado, el presente, y el futuro nuestro.
...una película?
Kubrik,
Lynch, Hitchcock, Monty Python, Kurosawa, el cine mudo... ¡son demasiados!
...una canción?
Ninguna en particular. Se me vienen a la
cabeza "La muerte de Sócrates", de Satie, y Harujnta de Von Zamla.
...un álbum?
Fetus
y Pollution,
de Franco Battiato.
...un solista?
Bernstein
(como director), Horowitz (como
pianista).
...una afición?
La fotografía. Pasear. Los museos.
…cordero o cochinillo?: (…es
que somos de Segovia J)
¡¡Cochinillo!!
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