LA CRÓNICA
por Inés Coloma
El pasado viernes 6 de Junio de 2014, no quedaba ni un sitio sin
reservar en la sala Galileo Galilei,
todas las mesas estaban ocupadas por gente con muchas ganas de ver a Pedro Guerra y disfrutar de todas esas
canciones que ha compuesto durante 30 años.
Con recuerdos de sus inicios, de su pueblo y
de Taller Canario empezó esa noche
llena de música. Compartiendo su voz con el público, consiguió que muchos
hicieran lo mismo en respuesta.
“Ustedes no nos conocían, pero Ana Belén sí" fue la frase con la que introduje Nadie Sabe, al ritmo de la cual movía
sus pies descalzos, sentado en aquel taburete sobre el escenario.
En la sala reinaba un silencio sepulcral, roto
únicamente por el trabajo de los camareros y por cortos susurros que pronto se
apagaban. En este ambiente de expectación continua el canario habló de su
llegada a Madrid y de Libertad 8, de aquellas veces en las que al subir al
escenario sólo veía a gente marchándose, de su primer instrumento: la
mandolina; y de la primera canción que aprendió: la habanera La Paloma.
Recordó a Ángel Gonzáles y
cantó Así Nunca Volvió A Ser en su honor, a las maestras republicanas
con La Maestra. Con Contamíname llegó una primera pausa,
seguida de una canción nueva inspirada en Camille Claudel y de Deseo y volvió a abandonar el escenario.
El fin llegó dos canciones más tarde, con El Marido de la Peluquera pero, puesto
que nadie se quería ir y fuera de programa, tocó Cuando Pedro Llegó y con esta última canción se fue, habiendo hecho
un recorrido por 30 años de música y 20 años de Madrid.
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