EL ARTISTA
Cuando encontró aquella guitarra española a la que
faltaban un par de cuerdas seguía siendo un chaval de su ciudad y de su barrio,
pero al que la música no sólo daba banda sonora a las fiestas o a las
tribulaciones de adolescente. Era ese “algo más” que algunos de los que leáis
esto también habréis sentido, ese algo más que te lleva a querer hacerla tú. Al
principio la misma que oías, después algo tuyo, una forma de expresión del
malestar, la alegría o lo que sea que se sienta a esa edad. Después de esos
primeros grupos de amigos que irremediablemente acaban en desastre, su tendencia a la introspección le llevó a vivir la composición como una
actividad obsesiva y solitaria, esa forma de reflexión, expresión de ira o
simplemente conversación “con nadie” que a tantos nos ha hecho madurar de otra
manera.
Y aquí llega otro momento difícil, que otros lo sepan, hay
que interpretarla, hay que tocar, hay que arriesgarse a que te pongan a parir
por blando o melancólico, hay que buscar el aplauso, propio y de extraños. Y
llegó Sweeten, una banda en la que asume la composición y un segundo
plano como guitarrista y vocalista. Prueba el agridulce sabor de compartir su
interior con otros, el reconocimiento y la crítica. Esto puede funcionar...
Como una evolución natural surge Chesh, un proyecto ilusionante fruto
del encuentro con la vocalista británica Caroline Cheshire y diversos músicos
que se van sumando entre los que destaca el consolidado guitarrista y
multiinstrumentista Jesús Parra. David continúa llevando el peso
de la composición, destacando el empleo del inglés, no por la moda del momento
en el “indie” si no por ser una exigencia natural por la raíz de Chesh. Su frenética actividad compositiva, y
distintas circunstancias le llevan a emprender un camino más intimista y
experimental, en el que pasa a primer plano como intérprete, creando Stereoland
junto al baterista Jaime Pintor, rescoldos de Sweeten. Música
inmediata, con mucho local, energía e ilusión primigenia. De todos estos
senderos se graban algunos trabajos que prometen pero sin un cuajo formal.
EL DISCO
De vuelta pero poco a poco hubo que sentarse, revolver en los inicios que aún respiraban con el botón de la pausa liberado, a la lengua madre con la que pasó cinco años entre cuatro paredes antes de consumir todos esos proyectos haciéndose al oficio de escribir canciones, tirar de acústica y quedarse solo otra vez. Vienen años duros de actuaciones frecuentes por la capital tras su paso por un taller de SGAE a un modo “cantautor” que curten pero llenan sólo a medias, y primeras grabaciones como la de un recopilatorio con las bandas segovianas más representativas por los Derechos de Igualdad en el que es elegido para presentar el proyecto. Todos estos años, las distintas formaciones y giros de volante le llevan a una manera de componer cada vez más necesitada de una forma digamos “de un grupo de a pié”, de lo que supone ese dialogo con los músicos para conseguir dar forma y estar al servicio de la canción por encima de lucimientos personales, y con una energía proyectada para una vida cada vez más ligada con la música.
David Copper - Cuentas pendientes (2009)
Las letras son inteligentes pero no intelectuales; no es
una música para la fiesta o la escucha fácil, es una música para el día después
de la fiesta, para la tarde, ya tarde, de después del curro, y tal vez, para
que algunas noches no se hagan tan largas. Está bien que la música divierta,
pero hay muchas formas de hacerlo. La melancolía, la nostalgia o la mala leche
son formas de entender “lo divertido”, aunque siempre, erróneamente, acaban
asimilándose con lo triste.
Influencias, ya sabes, lo que has ido oyendo te marca, a
veces lo sabes y a veces no, (“esta guitarra suena como...”, “me
recuerda a...), lo que suele ser el comedero favorito de los críticos. David
compró su primera acústica tras caer rendido al The Bends de Radiohead,
sopló sus primeras armónicas bajo el influjo del Harvest Moon de Neil
Young, y paseó entre las teclas de los pianos de Waits que cantaba
al corazón de la noche del sábado. Escucha y escuchó a Pretenders, a Los
Secretos con Los Problemas de Urquijo por bandera, a Antonio
Vega que con ese No me iré mañana se quedó con él para
siempre, a Elliott Murphy que vivió a la sombra del “Boss” o Petty...
música con predominancia de guitarras en sentido amplio, con letras cuidadas,
de raíces americanas mayormente. Nunca se sintió de los Stones ni de los
Beatles, pero es del Atlético lo que tal vez explica algunas cosas, y
aprendió a tocar siguiendo canciones que sonaban en la radio de los primeros Duncan
Dhu, Gabinete o La Frontera... por más que nunca se pusiera
límites a la hora de escribir sus propias canciones.
El resto de este comentario es cosa tuya. Pero si recorres
su primer trabajo, Cuentas Pendientes, entenderás que
probablemente todos los discos no grabados durante esos años se han dejado una
parte dentro de alguno de sus cortes. Puedes hablar bien o mal de él, con
respeto casi todo tiene su encaje, y al menos tras dedicarle una escucha sin
que nada se te cruce por medio. En poco más de media hora podrás entrar a
debatir cualquier cosa excepto que lo que ahí suena, es de verdad.
LA ENTREVISTA
Se nota que a David Copper le gusta Country Folk
Rock, el American Rock, y el sonido de los 70, pero ¿cómo consigue David Copper
sonar en Cuentas pendientes (2009) con
la calidad como lo hace, siendo tu primer disco?
Bueno Josechu, antes de nada agradecerte tu apreciación.
Supongo que para empezar, parte de eso tiene que ver con ser bastante exigente
con uno mismo. Tal vez el recorrido en otros proyectos anteriores que no se
concretaron por más que sirvieran de aprendizaje, me llevó a parar ahí más
tarde de lo esperado, me refiero a concretar un primer trabajo definitivo y
formal, olvidando grabaciones de otro carácter.
Lo que te quiero decir con esto, es que tenía cierta
sensación de haber gastado demasiado tiempo, y que en este empeño no podía
haber medias tintas, había que acertar e intentar liar un disco grande de
verdad.
¿Y cómo se hace eso? Pues en parte procurando tener las cosas lo más claras posibles. Y los
medios en su medida también, técnicos y por supuesto humanos, pues tanto los
músicos que me acompañan habitualmente como las colaboraciones, dieron un aire
al disco que de otra forma no habría conseguido.
Y luego o mejor dicho, antes que todo lo demás están las canciones.
Soy de los que pienso que ya te puedes ir a grabar a
Nashville con los mejores músicos de sesión que si un disco no tiene
“canciones” da igual que suene como los ángeles.
Así que rompí la hucha y crucé los dedos.
El tener una avanzadilla con una grabación previa que iba
para E.P. pero se quedó en el camino, creo que ayudó bastante también. De hecho
conocí a Dany Richter, que acabaría grabando y aportando su parte con la producción del disco en la
mezcla de Kilómetro cero. Tuve claro desde el primer momento que era el lugar y
la persona en la que iba a confiar, y creo que no me equivoqué.
Las canciones de Cuentas pendientes
(2009) son exquisitas y elegantes. Suena a Folk, con
muchas influencias del Rock, con aire Country, y un poco de Pop, con cierto
aire emotivo y evocador, pero emocionante, ¿cuáles tus referencias e
influencias reales más directas?
Gracias de nuevo. Las influencias dan para un par de
cafés al menos, son diferentes y en ocasiones incluso pueden chocar... Todo lo
que escuchas o percibes de una manera u otra, todo lo que te provoca una
emoción o placer te va marcando. Si nos centramos sólo en la música, puedo
decirte que recuerdo mis primeros acordes en la guitarra siguiendo canciones de
Duncan Dhu, Gabinete, La frontera... que me caló sobremanera la forma de sentir
y hacer de Enrique Urquijo y Antonio Vega, cositas de Rosenvinge, el oficio de
gente como Lapido más allá de 091 también o Diego Vasallo en solitario... no
sé, eso tal vez por el lado patrio, porque luego está mi vena americana en la
que podríamos estirar la convocatoria.
Los pianos y ambientes de Tom Waits, la cosecha de
Neil Young, el maestro Dylan, gente como Elliott Murphy a la sombra de Petty o
“el Boss”, Pretenders, grupos como los Jayhawks, Cowboy Junkies, Lemonheads,
Nada Surf, Whiskeytown antes de coronar a Ryan Adams... y luego discazos de
gente como Damien Rice, Wilco o Lucinda Williams...
En el lado británico también se salvan algunos
imprescindibles como los primeros Radiohead, Lowgold, Gemma Hayes... pero
podría hacer un serial y no es plan de estirar como una goma cada
respuesta.
¿Por qué has elegido el título de Cuentas pendientes para
tu último disco?
Eso es más rápido de contestar pues se basa en la
primera respuesta.
Sobre todo porque después de tanto recorrido, el que
hubo previo a quedarme sólo con esta historia y el que sufrí o disfruté después
hasta llegar a grabarlo, hizo que se convirtiera por momentos en una auténtica
cuenta pendiente para mí, y me llevó a acumular las suficientes situaciones con
propios y extraños como para que muchos de sus cortes sean a su vez pequeñas
cuentas pendientes ya saldadas, al menos en parte.
En Cuentas pendientes
encontramos canciones de Pop Rock melódicas, frescas, con cierta tendencia a la
canción de autor, con algún tema que suena nostálgico, pero siempre brillante y
evocadores. Trabajas mucho las canciones tanto en la parte melódica como en la
lírica … ¿Cómo creas tus canciones? ¿En qué te inspiras para ello? ¿Cómo las
trabajas con la banda?
No es que tenga un método fijo, pero por lo general
casi siempre llegan antes las melodías, y para eso tienes que estar con la
guitarra o el piano cerca. En ocasiones surge la música como por arte de magia,
casi de la nada, pero son las menos, y frases sin saber muy bien de dónde que
intento recordar o apuntar para reconducir después... pero de un tiempo a esta
parte procuro no escribir nada si no tengo una melodía que merezca o al menos
sienta que vale de verdad, aunque tal vez eso limite en parte la creatividad.
De cualquier forma la relación con el instrumento
debería ser diaria, nunca sabes en que momento vas a enganchar esos tres o
cuatro acordes que te vuelvan a sorprender para encender de nuevo la mecha.
Yo a mi pesar no consigo esa frecuencia, e incluso
siento cierta envidia de la gente que se levanta y puede coger la guitarra un
rato a ver qué pasa... la mañana en ocasiones te aporta una frescura que por lo
general es imposible encontrar refugiándote en las noches.
Sobre las fuentes es simple, sobre todo teniendo en
cuenta que no escribo canciones para hacer discos y sí más bien como modo de
vida. Así que la inspiración tiene que ver con el aire que respiro, con
radiografías de estados de ánimo, sueños, sentimientos y obsesiones, en clave
real u onírica, con acompañamientos acústicos en unos casos y más eléctricos en
otros… paisajes sonoros visitados a través de un viaje en primera persona o al
que accedes a través de un buen libro, una película e incluso un cuadro… nubes
y claros en cualquier caso como la vida misma.
Y en cuanto al trabajo de las canciones con la banda,
en ocasiones les envío alguna grabación casera previa con algunos arreglos si
es que lo tengo claro, aunque para ver las reacciones lo mejor es probar
directamente en el local y después dejar a cada uno que aporte lo que vaya
surgiendo. Es un momento muy agradable ese de ver que los muchachos se
entusiasman con la llegada de un nuevo tema y se genera cierta ilusión... El no
tener una banda estable tampoco mecaniza el sistema, pero cuento al menos con
la base rítmica de dos tipos que están al pie del cañón y de los que me puedo
fiar, que no es poco.
¿Qué expectativas has puesto y que respuesta has
tenido de Cuentas pendientes? Está claro que ha nacido con
vocación de hacerse grande, ¿no?
Pues sí, esa era la intención inicial, y disculpa si
te hablo un poco mirando por el retrovisor en esta respuesta. Más que nada
porque desde que lo grabamos y conseguí editarlo ha pasado tiempo suficiente.
Tiempo que al menos ha servido para corroborar que
las canciones envejecen bien, que no tienen fecha de caducidad en el lote y que
en general aunque siempre hay cosas que piensas se podrían haber mejorado, es
un disco que no te saca los colores cuando lo escuchas después de una buena
temporada sin hacerlo.
Por eso tal vez, yo esperaba que este trabajo, fuera
la llave para algunas puertas que siguen sin abrirse. Esperaba que me pusiera
un poco más en órbita si puede decirse, o en la carretera vamos… hay noches que
tuve la sensación de hacer canciones para viajar a ninguna parte. Esperaba
también que conseguir la mención en la columna del diario local por el redactor
de cultura de turno no fuera una utopía, y que para presentarlo al menos en mi
ciudad de una forma menos convencional de lo habitual no encontrara tantas
piedras, y que sonar en algún programa de la radio pública sin contactos,
agencias o compañías por medio tampoco resultara tan complejo… y entre todas
esas cosas y alguna más, esperaba sobre todo recuperar buena parte de la
inversión que supone una autoedición de estas características para a estas
alturas haber podido liar ya una nueva entrega.
Pero bueno, la respuesta que me llevé al menos de la
mayoría de la gente que tuvo la oportunidad de escucharlo en directo, incluso
antes de hacerse con la copia del disco, fue bastante satisfactoria. Supongo
que de alguna manera eso nos indica el camino a seguir, y como rezo en Aviones,
“…hay un dulce en el sabor de la derrota”, pero tampoco me lo quiero
tomar así, ni mucho menos. Hay que intentar ver la botella medio llena siempre
que sea posible.
Las canciones están interpretadas en castellano,
cuando parece que en el panorama de la música actual está de moda hacerlo en
inglés ¿te los has planteado en algún momento?
Bueno, alguna noche me he planteado hasta vender mi
alma al diablo y en esas se me pasó por la cabeza lo de volver al inglés…
(risas), es broma.
Está claro que el inglés te abre otras vías, y por
descontado que el aire que por lo general destilan las canciones se presta a
ello, pero me siento bastante más cómodo expresando en la lengua madre, sobre
todo cuando por ese lado me interesa tocar más lo emocional que lo lírico. Y
entre otras cosas porque creo que la gente que escribe en inglés sin dominar el
idioma es difícil que tenga la capacidad de transmitir realmente lo que siente
o le apetecería en plenitud. Yo escribí canciones en inglés una buena temporada
y no por capricho, pues aunque había empezado con el castellano, en mi primer
grupo era casi obligado y cuando estuve con Chesh imperativo por tratarse de su
lengua natural, e incluso he reciclado alguna canción de esa etapa y la incluyo
en las convocatorias pues de alguna forma aporta también algo diferente.
¿Cuáles son los planes de David Copper para lo que
queda de 2012 y principio de 2013?. Suponemos que girar el disco por salas y
festivales, ¿pero algo que puedas adelantarnos?. ¿Eventos importantes? ¿Para
cuándo nuevo disco?
Pues mira, con sinceridad para estos últimos meses
del año la prioridad es recibir de la mejor manera la llegada de mi primer hijo
que está a la vuelta de la esquina, el primero de carne y hueso claro, que
tampoco hay que olvidarse del que estamos hablando, e irme adaptando a ese
nuevo medio cuanto antes, pues es el único “festival” importante de verdad al
que estoy invitado de momento.
A partir de ahí para comienzos del nuevo año más o
menos si las cosas marchan bien, confío en retomar la grabación de algunas
canciones que tengo aparcadas para asociarlas con otras que registramos durante
este, y con algo de fortuna poder ofrecer una nueva entrega antes de que la
gente se olvide de nosotros.
¿Crees que el mundo digital va a acabar con el
mundo de la música tal y como lo conocemos hoy?
¿Cuál es el futuro del músico?
¡Uff! El futuro del músico es sobrevivir en el
alambre si no pretendes hacer demasiadas concesiones, tener paciencia si crees
que lo que haces vale la pena lo suficiente como para no tirar la toalla en
mitad de la pelea manteniendo cierta integridad y por supuesto, trabajar duro
para obtener el mejor material posible intentando aprender de los que lo hacen
mejor que tú. Es una pregunta con variables de todas formas, o al menos que
daría para un pequeño debate, pues está claro que dependiendo del carácter o la
orientación de cada músico el futuro puede parecer más o menos oscuro. Hemos
llegado a un punto en que no vale con ser un brillante compositor o digno
intérprete porque además tienes que abarcar determinadas parcelas como el
sonido, la imagen, la contratación… para las que ya están otros profesionales.
Yo creo que he demostrado parte de lo mejor que sé hacer con este disco, y si
me apuras también lo peor, pues si por norma me tengo que pasar más de tres
horas al día pegado a la red para posicionar mi producto o colgado del teléfono
vendiéndome cual mánager de turno lo tengo crudo, entre otras cosas porque
además de la falta de tiempo para abarcar esa tarea, te aseguro que no me
siento capacitado. Pero bueno, con independencia de todo eso hay que intentar
seguir tocando y si es posible buscar interacciones con músicos de otros
lugares para que salir a enseñar lo tuyo con cierta frecuencia sea sostenible.
En cuanto a lo del mundo digital supongo que ya
empezó a devorarlo, pero se lo dices a alguien que se quedó en el discman como
último reproductor portátil así que… no tengo mp3, ni iPod, ni teléfono de
última generación, supongo que para eso me considero un tipo del siglo XX que a
noche de hoy no concibe asociar sus canciones fuera del formato clásico del
álbum que además de escucharse se puede tocar, leer y ubicar después en la
estantería de turno. Intento creer que el futuro del músico no se centre
únicamente en el acceso masivo a internet y la telefonía móvil, pero reconozco
de cualquier forma que ese sentimiento de pertenencia en cuanto a lo tangible
con la música, es muy probable que pase definitivamente a mejor vida con el
tiempo.
Viendo el panorama del fin de semana en cada
ciudad, con una grandísima oferta de conciertos, ¿es cierto que parece que hay
una nueva era dorada de los directos?
Bueno, creo que ante todo, últimamente hay una oferta
de grupos y solistas exagerada que en parte provoca la necesidad de habilitar
espacios para dar la opción de mostrar lo que se cuece ahí. Es cierto que de un
tiempo a esta parte se ha relacionado la caída de la industria discográfica y
las compañías con el incremento de actuaciones en directo por parte de los
artistas, pero ese cerco tan sólo hace “buenos” a unos cuantos. Yo alucino con
la cantidad de festivales que se organizan ahora, aunque si te paras a mirar
las programaciones dejando a un lado los de género muy marcado o los grandes
que venden su particular cabeza de cartel, muchos de los nombres que coinciden
una y otra vez lo hacen un pequeño coto privado. Luego queda lo de siempre,
pelear para conseguir unas mínimas condiciones que te permitan llevar a un par
de músicos contigo y que no te cueste dinero cada vez que sales a la carretera,
o que por aquí te siga contando el del garito de turno que “los de Madrid lo
hacen más barato y que vienen por la cena y las copas…”. Personalmente yo
creo que en el último año y medio he tocado menos que nunca, pero eso obligaría
a una reflexión más reposada.
¿Cuál ha sido tu
mejor momento/recuerdo en la música?
Con esto es parecido a elegir en la miscelánea, pero
bueno, creo que todos los bautismos merecen recuerdo, es decir, el primer
concierto, la primera maqueta o cuando pisas un estudio para registrar una
canción...
Con este disco en particular además de algunos buenos
directos, recuerdo el último día de grabación como algo especial por toda la
tarea que habíamos acumulado en la jornada anterior y como acabamos resolviendo
sobre la hora. El gustazo de decidir el partido en el tiempo de descuento, ya
sabes.
Pero por encima de todos ellos me quedo con el
proceso inicial, el de parir la canción, ese momento en el que aún no la tienes
del todo y te sigues peleando con ella, en soledad, o cuando la pruebas en la
intimidad de tu habitación con el borrador entre las piernas y consigues que te
emocione, y te falta tiempo para empezar a maquetarla. Luego de alguna extraña
manera todo se va minimizando.
Cuando después como ha ocurrido alguna vez, se acerca
una persona tras tocar la canción para decirte que has radiografiado una
pequeña parte de su vida o la ha sentido suya por momentos es muy grande
también, aunque me parece que sería imposible llegar ahí si antes yo no he
experimentado algo parecido.
Supongo que en definitiva eso es lo que me hace
sentir mejor dentro de este mundillo. Aplicando un estribillo de Drexler para
resumirlo e ir cerrando, amar la trama más que el desenlace.
David Copper - Kilómetro Cero (2012).
MISCELÁNEA
¿Podríais decirnos…
...un libro?:
El último encuentro (1999) de
Sándor Márai.
...una película?:
Walk the line (2005) de James
Mangold.
...una canción?:
Esperando nada (1991) de
Antonio Vega.
...un
álbum?:
Closing
time (1973) de Tom Waits.
...un grupo o solista?:
Ryan Adams.
Muchísimas gracias por vuestro tiempo y
enhorabuena por tu música.
No, gracias a vosotros por la oportunidad que supone
llegar a toda la gente que sigue Histéricas Grabaciones y servir de
amplificador para los que no tenemos demasiada facilidad en dar a conocer
nuestro trabajo. Espero que nos veamos con más canciones por medio para
escuchar y comentar.
¡Salud!
David Copper
para cuando el siguiente? lo estoy esperando...felicidades!!!
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