LEÓN BENAVENTE: EL CENTRO DE UN
ESTADO
por Nacho Vegas
Antecedentes
históricos
En el año 1962, más o menos cuando la nieve se empezaba a
derretir en algunas cumbres y la primavera se instalaba, Francisco Franco tomó
una decisión que él consideraba de capital importancia y a la que venía dando
vueltas desde hacía tiempo: quiso descubrir cuál era el centro exacto de la
península ibérica. Tenía que saber dónde se situaba el mismo centro geográfico
de España (Portugal, como si no existiera), no podía dormir por las noches sin
averiguarlo. Siglos atrás, los musulmanes ya habían hecho sus cálculos y habían
señalado un punto en la que más tarde sería la villa cristiana de Pinto, al sur
de Madrid. Pero Don Francisco no se fiaba de los moros, que debían saber mucho
de rezos y de hablar raro pero lo que es de aritmética geográfica, poco, así
que dio un golpe sobre la mesa. Mandó llamar a El Pardo a los mejores
matemáticos e ingenieros de caminos de todo el mundo, que casualmente fueron
todos españoles, y les encomendó la tarea. Tras trece meses de trabajo a
destajo, de complicadas mediciones, los expertos llegaron a una conclusión: los
moros se habían equivocado, pero por muy poco: el centro de España estaba en
realidad en la localidad de Valdemoro, a unos siete kilómetros de Pinto.
Enseguida comenzó la disputa entre los dos municipios por ver cuál de los dos
ostentaba el título, y hubo vecinos que sacaron la escopeta y se dispusieron a
defender su honor a tiros. Franco pensó que el asunto se le estaba yendo de las
manos, y fue entonces cuando pronunció una de sus frases más célebres. Con su
voz afluatada dijo: “ni pa ti ni pa mí”, y se fue a un punto equidistante de
los dos pueblos, en Getafe. Allí, en un cerro, plantó un monumento y en un acto
oficial declaró el lugar “Centro Auténtico de España”. Cuando le preguntaban si
ese era el punto geográfico exacto él se limitaba a decir: “bueno, es por aquí,
no hurgues”. Con todo, la disputa entre Pinto y Valdemoro dio lugar a una de
las expresiones más populares del refranero español. Y para Franco la cosa se
había convertido en una cuestión de orgullo personal, más que de orgullo
patrio. Algunos historiadores sostienen si el Generalísimo se afanó tanto en
reprimir los nacionalismos periféricos no fue por motivaciones políticas, sino
porque una eventual independencia de Cataluña le iba a joder el centro
geográfico y hala, vuelta a empezar con los cálculos. Y eso no podía ser.
LEÓN BENAVENTE
León Benavente (2013)
El origen
Ha transcurrido nada menos que medio siglo y las cosas
empiezan a cambiar, o eso parece. El régimen fascista fue agonizando sin
ninguna prisa, para dar paso a una simpática transición que nos llevaría a un
nuevo régimen neoliberal y aquí nos encontramos, tan a gusto y pensando si
prenderle fuego a todo o si hacer nosotros de antorchas humanas. Pero esto de
lo que vengo a hablar es algo que sucede ahora y no podría haber sucedido
antes. Todo empezó así:
Justo 50 años después de que Franco se pusiera tonto, en
marzo de 2012, a Luis Rodríguez le dejó tirado el coche cuando bajaba a Madrid
desde Asturias. Era la enésima vez que hacía ese recorrido desde que se
trasladara de Oviedo a la capital, un camino que los que vivimos por aquí
arriba nos conocemos demasiado bien: subir y bajar el Huerna, la Ruta de la
Plata, la Carretera de La Coruña. En mitad de aquello se quedó Luis, parado en
la autovía dentro un Opel Corsa con más 300.000 kilómetros a sus espaldas y
cargado con un bajo, un amplificador y una maleta de viaje. En el tramo que une
León con Benavente, que es como decir en medio de ninguna parte, porque si
miras a uno y otro lado del asfalto lo que ves es un páramo enorme. Mientras
esperaba a que llegara la grúa, Luis llamó a Abraham Boba, vecino suyo en el
madrileño barrio de Conde Duque. Hacía apenas un año que Abraham había
publicado su álbum Los días desierto. Luis le habló de escribir canciones
juntos. Boba refunfuñó primero, se rió entre dientes después y le dijo: “pero
nada de canciones de amor, ya no más”. Quedaron en verse en cuanto Luis
llegara. Por aquel entonces César Verdú estaba en Murcia peleándose con las
mezclas finales de Alquimística, el disco de Schwarz que vería la luz unos
meses más tarde. Fue el segundo en recibir la llamada desde la nada. César
sería el baterista, pero también algo más: un director de sonido. Y Luis dejó
para el final a Edu Baos, que se encontraba ensayando en Zaragoza algunos temas
que formarían parte de El amor y las mayorías, el álbum de Tachenko que acaba
de salir a la venta hace unos días en el momento en el que se redactan estas
líneas. Aunque tendría el año ocupado con ese disco, todos sabían que más que
contingente, Edu era necesario para el proyecto y enseguida se unió a la banda.
Un alleranu, un vigués, un murciano y un maño. Suena a chiste pero es cosa
seria. Todos nacidos a mediados de los setenta, trovadores y nómadas, dándose
cita en medio de ninguna parte. Venían de sitios distintos y cada uno había
transitado sus propios caminos por el krautrock, el pop psicodélico, el rock de
autor o el folk, pero tenían que acabar confluyendo en un punto aún por
definir. Aunque nadie lo sabía, en ese momento se estaba desplazando el centro
de la península, o mejor dicho, se estaba gestando un nuevo estado, que era él
mismo todo centro y todo periferia: León Benavente.
El viaje
Empezar hablando de cruces de caminos y puntos de encuentro
para tratar de decir algo del disco de debut de León Benavente no es un
capricho. Si me viera obligado a ponerle una etiqueta universal a esta
estupenda colección de canciones sería la de road pop, porque adentrarse en
ella supone un viaje físico y emocional, por carreteras y caminos secundarios,
lugares y estados mentales de confusión, rabia, desconcierto e incertidumbre.
No se encuentran aquí canciones que nos hablen del salón de casa o de la
angustia que nos provocan las paredes de nuestra habitación. Es un disco que
mira mucho más allá, al mundo de ahí fuera, y se aventura a recorrerlo dando
cuenta de todos los riesgos que conlleva el viaje. Puede escucharse cómodamente
desde el sofá, pero mejor hacerlo mirando por la ventana, y mucho mejor estando
fuera y en movimiento: una magnífica mixtape monográfica para un viaje por
carretera, o por la naturaleza si se quiere, pero en todo caso un viaje que
tiene algo de frenético. Desde Perpignan a Nueva York, pasando por el barrio
del Cabanyal o el parque de El Retiro, hasta una quincena de lugares concretos
son mencionados de una u otra forma en el álbum, sin contar con los referidos
en el propio nombre de la banda. Nos ponemos en marcha. El motor de este
vehículo suena engrasado y escupe ecos de Can y Stereolab: una base rítimica
formada por bajos, sintes, baterías y percusiones que nos transportan de un
extremo a otro del disco con cambios de marcha que parecen calculados
matemáticamente. Las guitarras de Luis oscilan entre los riffs pegados al suelo
que en ocasiones remiten a unos Gang of four y los arpegios ensoñadores que nos
despegan varios metros por encima del asfalto y se acercan al más reciente
dream pop. Abraham lo envuelve y desenvuelve todo con el Farfisa mientras nos
lo cuenta, y lo cuenta mejor que nadie.
El trayecto comienza con una constatación de riesgos. Desde
las primeras notas parecen decirnos que van a romper con todo lo que se daba
por supuesto, a sabiendas de los lastres con los que parten. “Ánimo, valiente”
es un grito de aliento que es casi una chufla, porque si no empezamos así
acabaremos igual que al principio. Tú que sabes lo que fueron los 80, / te
mereces todo lo que pase. Avisados quedamos. Enorme canción. El discurso sonoro
se vuelve más furioso a medida que los peligros se van haciendo más palpables.
Se oyen cantos de hienas y surgen las primeras dudas, que quedan ventiladas con
un estribillo directo al estómago. Las cuestiones se van sucediendo una tras
otra en el disco, y aunque a veces cada canción parece contestar a aquella que
la precede, estamos ante un álbum más de preguntas que de respuestas, y si en
algún momento sucumben a la nostalgia de algo anterior al viaje queda claro que
se trata solo de un lugar de paso. Las canciones más aparentemente amables del
disco nos llevan de una suerte de saudade (“Estado provisional”) a un agrio
desencanto en la distópica “Las ruinas”, pero estas dos paradas en el camino
quedan sublimadas cuando se enmarcan dentro del viaje completo. Es uno de esos
discos raros hoy en día, mucho más frecuentes hace unas décadas, en los que
merece la pena hacer una escucha ininterrumpida de principio a fin. El modo de
escucha aleatorio es pecado si uno se quiere adentrar en este periplo. Y hasta
ahora no hemos llegado más que a la mitad del recorrido. Ahora viene lo duro.
Cuestionarlo todo mientras se pasa por todo parece ser la máxima de León
Benavente, y eso es lo que hacen en el ecuador del disco con un trallazo
inapelable como “La palabra”, donde se enfrentan a los límites del sonido y del
lenguaje para decidir que antes de encarar de nuevo el amor, vamos a
preguntarnos de qué hablamos cuando hablamos de esa cosa y de todas las demás
cosas que hasta ahora parecían sagradas. El golpe de estado ya está dado; ahora
vamos a pensar en un nuevo orden. La furia desatada da paso a la más reflexiva
“Década”, porque algo tiene que cambiar o si no se irá todo a la mierda.
Preludio inquietante del que es uno de los momentos álgidos del disco, en el
que se sube al carro Irantzu Valencia como autoestopista de lujo. “La gran
desilusión” ahonda en el tema del desencanto y lo transforma en una pieza de
orfebrería pop que nos deja con una sonrisa marcada a fuego en la cara, una que
es en parte dulce y en parte amarga. Y aunque nos quedamos embelesados, la
recta final del viaje nos depara un momento épico, un duelo a pleno sol como en
una película del oeste pero en esta particular película de carretera. La
montaña rusa sónica de León Benavente nos lleva del desasosiego a la revuelta
pasando por la indignación, o cómo a través de las emociones vividas, la
imaginación y la evocación sonora, el rock puede plantarle cara al mundo real.
En este disco todos se mueven, pero nadie huye. En “El Rey Ricardo” y
“Revolución” nuestras navajas de Albacete se enfrentan a su espada de Toledo, y
después de la brutalidad nos queda una sensación de victoria. Si echamos la
vista atrás nos damos cuenta de que todo ha sucedido a través de nueve grandes
canciones, una por una. Pero esperen, que aún queda la secuencia final. En “Ser
brigada” recogen a otra autoestopista ilustre, Cristina Martínez, y cierran el
álbum con un viaje dentro del viaje, una historia de amor y violencia (ahora
sí) para la que no hay “y fueron felices y comieron perdices” que valga, sino
esta bomba: Y vieron que incluso las flores tienen su parte decadente, / que se
pudra este ramo de rosas pero no antes que usted, señor presidente. Epílogo
tremendo para un paseo salvaje y precioso de apenas cuarenta minutos. Los
cuarenta minutos más intensos que el que esto suscribe ha tenido en mucho
tiempo.
El destino
¿Para qué volver? Para qué, dicen, si hemos llegado hasta
aquí. Lo que nadie sabe aún es dónde van a ir a parar, pero sospecho que muy
lejos. Si algo me parece innegable escuchando a León Benavente es que este no
es un mero encuentro casual en algún punto situado entre Mozota y Moreda de
Aller. León Benavente no es El Pisuerga que pasa por Valladolid, no es creíble
que el estado de gracia que desprenden estas canciones sea cosa de coyunturas.
En la música pop tenemos la fea costumbre de llamar a las nuevas aventuras
“proyectos”, o aún peor, “proyectos paralelos”, como si siempre fueran cosas
que están por hacer o que acontecen en una dimensión secundaria. El álbum de
debut de León Benavente es una realidad urgente, y apuesto a que se seguirá
hablando de él dentro de algunos años. Tal vez incluso dentro de medio siglo,
cuando se cumpla otro ciclo y alguien decida volver a desplazar el centro de la
península ibérica.
LA ENTREVISTA
¿Por qué el nombre de León Benavente?
Es un tramo de carretera por el que los cuatro hemos
pasado muchas veces para ir hacia el norte.
¿Cómo surgió la idea de juntarse Eduardo Baos de
Tachenko, César Verdú de Schwarz y Luis Rodríguez y Abraham Boba, músicos que
acompañan a Nacho Vegas, para crear este super proyecto?
En primer lugar por una larga amistad. En segundo
lugar supongo que por inquietud de cada uno. Los cuatro nos conocimos
trabajando en la música, así que de alguna forma es lógico que nos juntásemos
para hacerla en algún momento.
Vuestra música tiene una gran influencia del Pop de
los 60 y de los 80, también de la música Indie de los 90. Realmente es una
curiosa mezcla de estilos, pero en la que puede encontrarse guiños a otros
estilos, ¿qué ha motivado este sonido en
León Benavente? ¿Cuáles son o han sido vuestras influencias más directas a la
hora de hacer música?
Precisamente es no fijarse en influencias concretas lo
que hace que el sonido del grupo sea propio. De alguna manera lo que hemos
hecho es aportar los cuatro nuestro bagaje musical y de esa mezcla de elementos
es de donde sale. Por eso las referencias a las que suena son tan dispares.
Vuestro primer disco León Benavente (2013) es un disco que tiene una gran producción,
con canciones con cierto aire nostálgico, donde tratáis temas variados,
reflexivos, otros cotidianos de relaciones personales, de forma metafórica,
pero coloquial con letras ciertamente impredecibles… ¿Qué podéis decirnos al
respecto?¿En qué os inspiráis para hacer las canciones?
Las canciones podrían funcionar a modo de crónica de
nuestros días, de lo que nos ha tocado vivir, tanto en las relaciones
personales como en el contexto geográfico e histórico. Esto se puede hacer de
muchas maneras, no es nada nuevo. Lo importante es cómo lo digas.
¿Por qué habéis titulado de forma homónima a vuestro
primer disco? ¿Podéis contarnos alguna anécdota durante la grabación del disco?
Se barajaron un par de títulos, pero ninguno llegó a
buen puerto. Es posible que ningún disco de León Benavente lleve título, de
todas formas. ¿Anécdotas? Todo el disco se grabó en tres días, eso creo que es
bastante anecdótico.
¿Qué expectativas habéis puesto León Benavente? ¿Qué vais a hacer para su promoción? Si yo quisiera
una copia de vuestro disco ¿cómo podría hacerme con ella?
Los discos se pueden conseguir en tiendas y en
nuestros conciertos, aunque cada vez quedan menos. Expectativas, tocar todo lo
que podamos ahora y durante 2014. De la promoción se ocupa nuestra oficina, “I´m
an artista”, que lo hacen estupendamente.
¿Cuáles son los planes de León Benavente para lo queda
de 2013 y primeros de 2014? Suponemos que girar el nuevo disco por salas y
festivales, ¿pero algo que podías adelantarnos? ¿Eventos importantes?
Sí, tenemos una veintena de fechas por salas hasta
primavera. Y en verano estaremos en algunos Festivales. De momento no te puedo
decir más.
¿Creéis que el mundo digital va a acabar con el mundo de la música tal y como lo conocemos hoy? ¿Cuál es el futuro del músico?
No va a acabar con él, pero sí ha cambiado las reglas del juego. Al músico le queda saber adaptarse a esto y por supuesto no dejar de tocar.
Viendo el panorama del fin de semana en cada ciudad,
con una grandísima oferta de conciertos, ¿es cierto que parece que hay una
nueva era dorada de los directos?
No lo sé. La música en directo siempre ha estado ahí.
Algunos proyectos con más público que otros, pero nunca ha dejado de haber
conciertos. Y esperemos que sigan y que nos dejen hacerlo.
¿Cuál ha sido vuestro mejor momento/recuerdo en la
música?
El que estamos viviendo ahora.
¿Tenéis alguna opinión de la actual situación de
España y del mundo en general, que queráis compartir con nosotros?
Somos músicos, preferimos hablar de música. Pero en el
disco hay unas cuantas pistas sobre lo que opinamos de la situación actual.
LEÓN BENAVENTE
Ánimo valiente (2013)
MISCELÁNEA
¿Podríais recomendarnos…
...un libro?:
...una película?:
...una canción?:
...un álbum?:
...un grupo o solista?:
Podría, claro. Pero se quedaría incompleto al faltar
las recomendaciones de los otros tres componentes del grupo. Espero que me
disculpéis.
Muchísimas gracias por vuestro tiempo y enhorabuena
por vuestra música.
Gracias a ti.
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