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viernes, 3 de abril de 2015

Crónica del concierto de Blueskank (Sala Caracol, Madrid, 28 de Marzo 2015)

LA CRÓNICA
por Guillermo van Schendel @Mr_Vanshy

Por fin llegó en la noche del sábado 28 la parada oficial en Madrid (Sala Caracol) de la gira de presentación del nuevo trabajo de Blueskank, A thin Line, segundo disco de estudio de este sexteto musical encabezado por Miguel Valenciano.


Un retraso inesperado en el inicio del concierto acrecentó la impaciencia de un público que esperaba ansioso bailar a ritmo del reggae con tintes de soul y jazz que caracteriza a la banda.
Tras la presentación imprescindiblemente reivindicativa del periodista Miguel Camaño (responsable del programa Alma de León, de RNE3), apareció la banda madrileña de letras en inglés, extática por volver a tocar “en casa”, acompañada de un caluroso aplauso que dio paso al concierto.

Después de temas como Corrupted, Madness o So Lovely, apareció la primera artista invitada, Trinidad Jiménez que con sus “dos corazones” (el suyo y el de el niño que está esperando) interpretó una impecable flauta travesera. Más tarde subió al escenario, con Feel it, Edu Martínez, guitarrista de Raza Guaya, que después hizo doblete supliendo una ausencia.
Le siguió Antonio Monedero, “Toño”, perfecto percusionista, presentado por el vocalista como un auténtico “warrior” para interpretar el tema de mismo nombre (Warriors).
Raza Guaya prestó también su voz en otra intervención, e incluso hubo un homenaje a la danza africana de parte de Mónica Sade.

Una inesperada pausa casi a final del concierto y el cambio de hora (que hizo que aun pasadas las 4:00 el concierto siguiese en marcha), no permitieron que dominase el cansancio en el público, que seguía pidiendo más y más.

Una de las últimas intervenciones fue la de Chiqui Lora, de Canteca de Macao, con quien interpretaron Mama, mira el coco, un “calipsito a la española” eclipsado por desgracia por los constantes fallos técnicos que le hicieron sudar un par de gotas de más. A cuento de estos momentos declives, cabe destacar por encima de todos la presencia magistral de Nicolás Navarro, percusionista y voz secundaria habitual de la banda, que con su polivalencia instrumental y vocal y su sentido del espectáculo marcó en el directo un claro contraste con otros medios, e impidió que el público decayese ante los fallos técnicos.

A parte, Javier Ochoa a la guitarra y coros, el “Niño” Rodrigo Díaz a la batería, Pablo Cano al bajo y Rubén G. Motos estuvieron pletóricos, gracias también al técnico habitual, Roberto Martínez, que supo sacar el mejor sonido que ofrece la Sala Caracol
Un fuerte aplauso para todos ellos.








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